sábado, 22 de septiembre de 2007

23 DE SETIEMBRE: RECORDAMOS EL PASO A LA INMORTALIDAD DEL PADRE DEL FEDERALISMO ARGENTINO, DON JOSE GERVASIO ARTIGAS




La imagen que precede estas líneas presenta un paisaje pobre y natural de nuestra América, y la figura de uno de los más grandes próceres que ha dado el Virreinato del Río de la Plata y, con posterioridad, las Provincias Unidas del Río de la Plata. Vestido de gaucho, con tupida cabellera blanca y patillas características de la época, un anciano y estoico José Gervasio de Artigas asemeja la semblanza de un predicador legendario y lleno de historias de pólvora, sables y estandartes.



Está rodeado de gente pobre, de pueblo, de tribus aborígenes y de algún que otro mestizo: las figuras y los cobardes traidores nunca se acercaron para verlo de cerca al Protector de los Pueblos Libres cuando viejo, incomunicado de su terruño, de su familia y de sus compañeros de armas. Unos años antes de su muerte, en 1850, Juan Manuel de Rosas le envió una carta donde, entre otros temas, le pedía que regrese a la Confederación Argentina, a su Patria, que por aquellos años dirigía el Restaurador de las Leyes. Yacía en Paraguay, gobernada por un misterioso personaje como el doctor Gaspar Rodríguez de Francia, a mediados del siglo XIX. La austeridad y los hombres humildes de los pueblos y las comarcas adyacentes eran los únicos asiduos visitantes de aquél prócer silenciado por patriota, por no haber cejado en luchar ni con los "perros cimarrones" -según sus palabras- cuando las formidables tropas luso-brasileñas invadieron la Banda Oriental hacia 1815/1816, luego del terrible e infame beneplácito de los masones centralistas de Buenos Aires. Hasta enero de 1820 durará la desigual guerra del padre del federalismo argentino contra el aliado de Inglaterra, una vez cometido el desgarrador asalto lusitano a Tacuarembó.



Una obra del año 1954 del militar uruguayo Capitán Edison Alonso Rodríguez, "ARTIGAS. Aspectos Militares del Héroe", dice lo siguiente sobre el Protector de los Pueblos Libres: "Los ideales artiguistas eran ajenos al concepto de independencia nacional de la Banda Oriental, ya que aspiraba a la reconstrucción del antiguo Virreinato del Río de la Plata bajo la forma de una república federal". Y en otro apartado leemos lo siguiente: "Artigas habla de libertades en una época en que imperaba la violencia, la tiranía y la fuerza. Apartándose de la peligrosa práctica de las logias y de las camarillas oligárquicas, reune Congresos y mantiene la más popular de las instituciones coloniales: los Cabildos. Lucha por ideas, no por intereses, y consecuente a ellas huye del fácil e indecoroso éxito del oportunismo. Es tal la sinceridad de su política, que en toda la montaña de oficios que constituyen su correspondencia, no hay una sola contradicción, una sola mezquindad, una sola tacha".






Existen dos correspondencias que el delincuente Fructuoso Rivera le envía a otro delincuente, el caudillo "federal" Francisco "pancho" Ramírez, supuesto aliado de José Gervasio Artigas en la provincia de Entre Ríos que, por ingerencia de portuarios como Manuel de Sarratea o el general Lucio V. Mansilla -sí, el jefe de las baterías federales de Vuelta de Obligado en 1845- batallará contra el Protector de los Pueblos Libres el 24 de junio de 1820, mientras éste se encontraba en plena retirada una vez que la Banda Oriental se perdía para siempre. En ambas correspondencias queda explicitado que Artigas debe ser aniquilado, pues era un peligro para los intereses probritánicos que los hombres de "frac y levita" de Buenos Aires tenían. La profecía de esas dos cartas fue un hecho de inobjetable verdad y realización. Que Fructuoso Rivera disponga la desaparición política de José Gervasio de Artigas es la mejor prueba de que la historia de los orígenes de la República Oriental del Uruguay son bien dudosos...





Austeridad espartana del Campamento del caudillo federal en Paysandú



Mientras combatió contra los portugueses en territorio de la Banda Oriental, José Gervasio Artigas hizo a un lado los lujos que por su investidura bien podía llegar a detentar. El siguiente relato es de junio de 1815, perteneciente al Diario del sacerdote -luego iniciado en la Masonería- Dámaso Antonio de Larrañaga, al visitar el campamento que el Protector de los Pueblos Libres tenía en la localidad de Paysandú, en tiempos de guerra:


"Junio 12 (Paysandú) -Paysandú es pueblo de indios que está sobre la costa oriental del Uruguay. Se puede regular su población en 29 vecinos, la mayor parte indios cristianos. Nuestro alojamiento fue en la habitación del general. Este se componía de dos piezas de azotea, una de cuatro varas y la otra de seis, con otro 'rancho' que servía de cocina. Los muebles se reducían a una petaca de cuero, y unos catres de lo mismo, sin colchones, que servían de cama y sofás al mismo tiempo. En cada una de las piezas había una mesa para escribir y otra para comer; me parece que había también un banco y tres sillas muy pobres. Todo daba indicio de un verdadero espartanismo. El general estaba ausente y había ido a comer a bordo de un falucho en que se hallaban los diputados de Buenos Aires. Este buque con una goleta había saludado el día antes al general con el mismo motivo. Fuimos recibidos por don Miguel Manuel Barreiro, joven de 29 años, pariente y secretario del general, y que ha participado de todos sus trabajos y privaciones; es menudo y débil de complexión, tiene talento extraordinario, es afluente en su conversación, y su semblante es cogitabundo, carácter que no desmienten sus escritos en las largas contestaciones, principalmente con el gobierno de Buenos Aires, como ya es bien notorio.


"A las cuatro de la tarde, llegó el general don José Artigas, acompañado de un ayudante y una pequeña escolta. Nos recibió sin la menor etiqueta. En nada parecía un general. Su traje era de paisano y muy sencillo; pantalón y chaqueta azul sin vivos ni vuelta, zapatos y medias blancos y un capote de bayetón eran todas sus galas, y aun todo esto pobre y viejo. Es hombre de una estatura regular y robusta, de color bastante blanco, de muy buenas facciones, con la nariz aguileña, pelo negro y con pocas canas; aparenta tener unos cuarenta y ocho años, su conversación tiene atractivo, habla de quedo y pausado; no es fácil sorprenderlo con largos razonamientos, pues reduce la dificultad a pocas palabras, y lleno de experiencia tiene una previsión y un tino extraordinarios. Conoce mucho el corazón humano, principalmente el de nuestros paisanos, y así no hay quien lo iguale en el arte de manejarlos. Todos le rodean y todos le siguen con amor, no obstante que viven desnudos y llenos de miseria a su lado, no por falta de recursos sino por no oprimir los pueblos con contribuciones.


"Nuestras sesiones duraron hasta la horade la cena. Esta fue correspondiente al tono y trato de nuestro general; un poco de asado de vaca, caldo, un guiso de carne, pan ordinario y vino servido en una taza por falta de vasos de vidrio: cuatro cucharadas de hierro estañadas, sin tenedor ni cuchillos, sino los que cada uno traía, dos o tres platos de loza, una fuente de peltre, cuyos bordes estaban despegados; por asientos tres sillas y la petaca, quedando los demás en pie. Véase aquí en lo que consistía el servicio de nuestra mesa cubierta de unos manteles de algodón de Misiones, pero sin servilletas, y aun, según supe, mucho de esto era prestado. Acabada la cena, fuimos a dormir, y me cede el general, no sólo su catre de cuero, sino también su cuarto y se retira a un rancho; no oyó mis excusas, desatendió resistencia, y no hubo formas de hacerlo ceder en este punto...".




1850 - 23 DE SETIEMBRE - 2007 // Don JOSE GERVASIO DE ARTIGAS, Q.E.P.D.

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