viernes, 21 de noviembre de 2008

PRESENTACION DEL LIBRO "SAN MARTIN, ROSAS, PERON. UN HOMENAJE A FERMIN CHAVEZ"

EL 26 DE NOVIEMBRE A LAS 19 HS SE PRESENTA EN EL INSTITUTO NACIONAL DE INVESTIGACIONES HISTORICAS JUAN MANUEL DE ROSAS (MONTEVIDEO 641, BUENOS AIRES) EL LIBRO:


"SAN MARTIN, ROSAS, PERON. UN HOMENAJE A FERMIN CHAVEZ", EDITORIAL FABRO, Y ESCRITO POR FEDERICO GASTON ADDISI.

SE VENDERAN EJEMPLARES AL PUBLICO, Y SE LES FIRMARA EL MISMO A QUIEN LO DESEE; A CONTINUACION HABRA UN VINO DE HONOR PATRIOTA Y FEDERAL.

Sobre el libro expresó el eminente historiador Pablo Hernández, autor de entre tantas obras, de sus eminentes "Conversaciones con..." y quien será el encargado, junto al Profesor Jorge Oscar Sulé, Presidente del Instituto, de presentar el libro:



"¿Es “San Martín – Rosas – Perón” una línea histórica o en cambio, tal vez desde un abordaje menos pretencioso, solo una consigna militante?

El dilema, así planteado, puede inducirnos al error. La mesura y la verdad serán las que resulten beneficiadas, por el contrario, si es que volvemos la mirada a la frase de George Winter que Arturo Jauretche rescata en su magistral Política nacional y revisionismo histórico: “la historia es la política del pasado y la política la historia del presente”.

Fue a partir de 1955, por de pronto, que los obreros argentinos abroquelados en sus sindicatos recurrieron a la imagen de Rosas para simbolizar a la de Perón prohibida por la autodenominada Revolución Libertadora. Eran los personeros de esa feroz dictadura quienes, paradójicamente, al tildar al gobierno peronista de “segunda tiranía” hicieron más por la difusión del pensamiento revisionista que el compacto grupo de valiosos investigadores que venía bregando por la revisión de la historia.

Los jóvenes sectores de la clase media que promediando los sesenta empezaron a acercarse a lo popular continuaron la picada abierta por el sindicalismo. La bandera azul y blanca con el rostro de los nombrados, transformada a veces en carteles que empapelaban las paredes de la ciudad, daban cuenta del accionar de quienes venían del nacionalismo. Los de mayores urgencias, en tanto, atronaban actos y marchas con su propuesta contundente: “San Martín, Rosas, Perón / para la liberación”.

La militancia peronista era respaldada en lo intelectual, desde luego, por historiadores que también eran militantes. José María Rosa le dio carácter popular a esa revisión en la doble dimensión de entender al pueblo como protagonista y de transformar en masiva la venta de las publicaciones que se ocupaban del tema. Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Duhalde, en agosto de 1968, al mismo tiempo que como abogados defendías a lso trabajadores y a los presos políticos, editaban San Martín y Rosas, política nacionalista en América, una singular selección de textos precedida por un agudo ensayo que ya en su título adelantaba la existencia de “la línea nacional americana”.

En esta primera década del siglo XXI viene bien, entonces, un libro como el de Federico Gastón Addisi, que aparece para plantear cuestiones que en su momento parecieron definitivamente resueltas y que sin embargo reclaman hoy nuevos (aunque antiguos) debates.

La muy sólida antología presentada como primer capítulo del volumen, demuestra con nombres plurales la existencia y la riqueza de esa línea histórica que, sin embargo, aparece incompleta y más ligada a la consigna que a la historiografía, si es que no aclaramos que en rigor, forma parte de una tendencia más amplia que incluye hombres imprescindibles como José Gervasio Artigas e Hipólito Irigoyen. Fermín Chávez, el homenajeado en el libro, ya había hecho también el aporte al listado: varios de sus libros son biografías de los caudillos del interior y la Confederación Argentina posterior a Caseros fue por él rescatada como una posibilidad nacional que sería vencida recién en Pavón.

Los capítulos y el apéndice dedicados al autor entrerriano son antológicos, entendiendo al término no sólo como selección sino como un contundente adjetivo calificativo.


El reportaje que le realiza Federico Gastón Addisi – uno de los últimos contestados por Fermín – vale, entre otras cosas, como cimiento de esa futura biografía que ya tiene como antecedente el delicioso Fermín Chávez, poeta, dibujante, historiador, que publicara Alberto González Arzac.

La entrevista que apareciera en Crisis en mayo de 1975, obra del talentoso escritor Jorge B. Rivera, es a su vez, una fiesta para la lectura y un mérito adicional del compilador del volumen, pues el rescate de esa pieza periodística para los nuevos lectores, nos lleva con su contundencia, otra vez al principio: es imposible separa la línea histórica de lo que es incitante propuesta al debate y apertura a las consignas que demanda el presente y lo por venir.

Valga, por último, una muestra de la combativa vigencia de Fermín Chávez. Con su rotunda defensa del industrialismo, este valioso hombre del mejor Entre Ríos – el del gaucho Antonio Rivero entre otros – señala que es el trabajo el camino que conduce a la felicidad del pueblo y a la grandeza de la patria americana. No estaría mal que lograran reparar en ello esos comprovincianos de Fermín que quizá aturdidos por la algarabía de la comparsa y obnubilados por alguna circunstancial “pirata del oficio”, hablan absurdamente hasta de “contaminación visual” mientras bregan, hermanados en los hechos con José Alfredo Martínez de Hoz, por voltear cualquier chimenea que se parezca a aquéllas que levantó Perón".

Pablo José HernándezTemperley, 17 de octubre de 2008

miércoles, 12 de noviembre de 2008

LONARDI: SU REVOLUCION Y SU GOBIERNO


Antes de publicar una nota que hemos pedido a un, podríamos decir, nuevo colaborador de la Agrupación Patriótica AURORA acerca del general Eduardo Lonardi, coincidentemente con la fecha en que fue depuesto del poder por los verdaderos artífices de la ruinosa "Revolución Libertadora", queríamos hacer una aclaración para que no se levanten rumores infundados y disolventes.

No es la primera vez que vamos a referirnos a la amplia libertad que desde este espacio damos a las expresiones que se encuentran en las antípodas de nuestra ideología y doctrina, libertad de la que muchos se jactan pero que realmente unas pocas organizaciones ponen en práctica. Aquí, como todos los lectores pueden apreciar, dejamos los comentarios buenos y malos que nos puedan proferir, ninguno es borrado. Lógicamente, los comentarios, sean de la tendencia que sean, deben basarse en el respeto y la fundamentación, por sobre todas las cosas. La Agrupación Patriótica AURORA es, en ese sentido, un claro ejemplo de flexibilidad que, sin embargo, no arruina sus ideas-fuerzas, basadas en el amor a Dios, la Patria y las tradiciones culturales que la sustentan. Para ello contamos, antes que nada, con buena documentación, la suficiente como para no dejarnos tentar por falsas expectativas e ideales o infiltraciones execrables. Somos "estudiosos de la política", más que militantes de acción o formación. De la acción y de la formación se encargan otras organizaciones a las cuales estimamos y con las que colaboramos en lo que podemos.

Por eso nos podemos permitir hablar sobre el general Lonardi, quien fue antiperonista durante toda su vida, pero de quien, sin embargo, tomamos su catolicidad y su 'buena' intención al ser puesto como mandatario de facto tras el infeliz 16 de setiembre de 1955. No tenía Lonardi la perversa actitud que tuvieron luego Isaac Francisco Rojas y Pedro Eugenio Aramburu en cuanto a las motivaciones que venían tras el derrocamiento del gobierno constitucional de Perón, de allí la rápida salida que le dieron a aquél el 13 de noviembre de 1955. Lonardi no adhirió la Patria al FMI (Fondo Monetario Internacional) y al Banco Mndial, no se vendió a la masonería como los que lo derrocaron a él, y no fue en su corta etapa donde tuvieron lugar los criminales fusilamientos contra militares y civiles peronistas por el sólo hecho de ser tales.

Nuestro colaborador aceptó la propuesta de hacer una nota sobre Lonardi, personaje incluso olvidado por los propios panegiristas de la "Revolución Libertadora". ¿Quién fue Eduardo Lonardi? ¿Qué hizo? ¿Qué había sucedido un día 13 de noviembre de hace 53 años atrás? De eso se encarga la nota que sigue. Esperamos sirva para esclarecer las cosas:


Lonardi: su Revolución y su Gobierno.

Antecedentes: No sé si Lonardi y Perón fueron amigos, pero, como buenos vecinos (vivían en el mismo edificio) y camaradas solían reunirse para comer y a caminar por la vecindad y casi siempre bajo la grata compañía de sus mujeres, Perón estaba casado con Aurelia Gabriela Tizón (fallecida en 1938). Por disposición castrense los dos camaradas se despidieron y cada cuál siguió el rumbo asignado.

Incidente con Chile: Perón es enviado a Chile para realizar espionaje sobre el potencial bélico chileno, la inteligencia chilena se da cuenta de la maniobra, pero, decide esperar el momento oportuno para desenmascarar a los militares argentinos que operan en Chile. Perón se da cuenta que lo iban a apresar y parte para Argentina con buena información, pero, Perón hace silencio y en Chile quedan varios cómplices suyos a la espera de nuevas órdenes. En Argentina, Perón (omitiendo que la operación estaba a punto de ser descubierta) sugiere a sus superiores con varios argumentos que envíen a otro camarada para terminar el “trabajo”, la cúpula acepta y envía a Lonardi. A poco de llegar a Chile Lonardi cae en la trampa y es detenido junto al resto de los argentinos que hicieron inteligencia con Perón, Lonardi en verdad ignoraba sobre ésta operación secreta y pensó que reemplazaba momentáneamente a Perón en las labores de intercambio y buena amistad con Chile. Tras la detención de los argentinos se produce un escándalo en Chile, en la cárcel chilena Lonardi se entera (gracias a los espías argentinos detenidos) de la omisión y mala jugada de Perón. Después de semanas, Lonardi y el resto vuelve a Argentina y es procesado, Lonardi implora y se salva de la destitución total y aunque pudo limpiar su buen nombre y honor queda profundamente resentido con el ocultamiento de Perón. Del incidente chileno Perón quedó indemne y su carrera siguió en aumento.

Primer alzamiento en el gobierno CONSTITUCIONAL de Perón: en 1951 había tres focos de conspiración en el Ejército, es decir: el viejo General Menéndez; Aramburu y Lonardi, al no congeniar estos jefes, Menéndez pasó improvisada e irresponsablemente a la acción. El viejo Menéndez fracasó y marchó preso junto a un siniestro y traicionero jovencito que luego sería el VERDADERO hombre fuerte de la Revolución Argentina de 1966-73 (Lanusse). Lonardi apoyó el golpe, y aunque no participó efectivamente también fue encarcelado. Aramburu seguía conspirando en soledad y buscando el momento perfecto, aunque, dicho momento nunca llegó, ni siquiera cuando Lonardi le propuso unir fuerzas desde el encierro (a través de su mujer Mercedes como emisaria) y tampoco cuando fue excarcelado y pasado a retiro. Así las cosas, seguían en carrera dos focos, el de Aramburu y el de Lonardi (Retirado).

La furiosa Marina de Guerra anti-peronista entra en acción: guste o no, el primer gobierno de Perón fue bueno, pero, en la segunda presidencia la cosa cambió. Después de la muerte de Evita el adoctrinamiento social aumentó en todos los sectores y fue asfixiante. Sin embargo, Perón tuvo un enemigo externo (New York) y otro interno (La Masonería invisible), ambos trabajaron efectiva y sincronizadamente para fogonear a los militares del Ejército y Marina y meritoriamente a la escéptica Iglesia Católica, éstos militares y clérigos engañados por fuerzas apátridas hicieron lo propio inconscientemente con sus seguidores (ignorantes TODOS de la trama externa). El 16 de Junio se produce un bombardeo hacia la Casa de Gobierno para matar a Perón, es mentira que el objetivo era la Plaza de Mayo más la Rosada, el problema fue el mal tiempo; la improvisación y la irresponsabilidad. La Marina no quería matar más que a Perón. Luego la vendetta hacia las Iglesias fue lamentable y fatal (al igual que la Kristallnacht en represalia por el asesinato del diplomático Ernst von Rath a manos del israelita Herschel Grynszpan). La poderosa Marina que ya venía siendo vigilada, ahora comenzaba su desmantelamiento total y definitivo.

Comienza la Revolución Libertadora: El General (RE) Eduardo Lonardi era un hombre recto; honesto; ultra-católico, ejemplar padre de familia y amante de su Patria. A Lonardi nunca lo motivó el odio; la venganza o la revancha y, sobre el viejo incidente chileno guardaba solamente resentimiento y repugnancia hacia Perón, la prueba fue su corto gobierno, que veremos en el epílogo. Y sin embargo, Lonardi era anti-peronista por la forma de gobernar de Perón. Después del individual ataque de la Marina Lonardi habla secreta e infructuosamente con Aramburu. Luego hay una reunión secreta entre Lonardi y miembros de la Marina como los Capitanes de Navío Arturo Rial; Jorge Palma; Carlos Sánchez Sañudo y el de Fragata Aldo Molinari. De dicha reunión nació y prosperó la Revolución Libertadora (sin Aramburu y Rojas como se cree comúnmente). Lonardi viaja con su Señora Mercedes de “vacaciones” a Córdoba y los marinos mencionados eligen días antes de la Revolución al único Almirante que tenían disponible, lamentablemente fue Rojas. El 16 de Septiembre La Flota zarpa rumbo a Buenos Aires y Lonardi vence a un batallón leal en Córdoba. Insólitamente Aramburu se incorpora a la Revolución de Lonardi y de los citados marinos (sin Rojas). Pero, las fuerzas leales a Perón (el grueso del Ejército) están acorralando con maniobra de pinzas a Lonardi en Córdoba. Lonardi afirma que no se rendirá y que será un honor morir en combate. Entonces actúa por fin Rojas como Almirante y lanza pesadas amenazas, éstas se van cumpliendo cuando destruye una refinería costera.

Perón y un enigma histórico: dicho enigma sin resolver fue que Perón tenía TODO para ganar, la mayoría del Ejército le era leal y también podía contar como último recurso con la C.G.T. y sin embargo se dejó vencer (un misterio sin resolver).

Epílogo: Lonardi asume como Presidente de facto de la Argentina. Con sinceridad dice: “Ni vencedores ni vencidos”.

Es mentira que Lonardi era débil, puesto que él fue el Jefe Supremo de la Revolución Libertadora y los villanos liberales (lacayos de los apátridas externos) lo derrocaron vilmente justamente por que él modificó poco de la política peronista (el Gral. peronista Valle actúa luego de ser depuesto Lonardi). Recordemos que Lonardi respetó la Constitución de 1949; no intervino la C.G.T. y por tanto se respetó el cadáver de Evita, entre otras cosas. Lonardi liberó de la cárcel al viejo Menéndez y también liberó y nombró como Jefe de Granaderos a Lanusse. Cuando el grupo de villanos se dirigieron a la Rosada para expulsar al Presidente de facto, éste con gran asombro sintió repugnancia; amargura y traición al ver entre el grupo liberal a los desagradecidos Lanusse; Rial; Palma y otros amnésicos. Éste grupo se apoderó de la Revolución de Lonardi y la convirtió en la Fusiladora.Un mes después se agravaba la salud de Lonardi y sin embargo pudo ver los desastres del nuevo gobierno. Lonardi murió el 22 de Marzo de 1956 a causa de un derrame cerebral.

Profecía de Lonardi: “La política que ustedes propugnan fortalecerá el peronismo, en forma tal que no sería extraño que dentro de seis meses estuviera nuevamente Perón en la Casa de Gobierno, o una guerra civil asolará el país.”

Dos frases de Lonardi: “Sin libertad y sin honor la vida no merece vivirse” y “Debemos combatir por igual a liberales y marxistas que deconstruyen por igual Nuestra Nación, convirtiéndola en mera factoría”.


Por Mario M. de La Plata

jueves, 6 de noviembre de 2008

ANGEL VICENTE PEÑALOZA: VIDA Y MUERTE DEL ULTIMO CAUDILLO DE LOS LLANOS RIOJANOS


En el noroeste argentino, los pueblerinos todavía recuerdan aquella frase que estaba grabada en uno de los puñales que tenía el Chacho: "No me vendo ni me doy, de Ángel Vicente Peñaloza soy". Acaso sea la fiel síntesis, tan paisana como orgullosa, de uno de los mejores exponentes del federalismo argentino del siglo XIX. Porque Peñaloza fue un justiciero en tiempos adversos, cuando el futuro de las milicias montoneras se avizoraba oscuro y asfixiante, con el unitarismo cediéndole un amplio margen de maniobrabilidad al liberalismo extraño y de recetas británicas.

Su asesinato es cruel, despiadado y cobarde, pero contiene elementos románticos que la sabia revisión historiográfica supo encontrarle, porque el Chacho no se entregó. Y porque su muerte se produce en un típico rancho riojano, en la aridez más absoluta de una mañana de Olta, provincia de La Rioja.

Ángel Vicente "Chacho" Peñaloza nació en 1789 en Guaja, un rancherío de los Llanos riojanos, los mismos pagos de Juan Facundo Quiroga, mentor del Chacho en su posterior relación con los gauchos y los federales de su tierra. Un tío de Peñaloza había sido comandante de las milicias de los Llanos, que tuvo a un joven Facundo Quiroga como subalterno. El Chacho pronto supo ganarse la amistad y el respeto del Tigre de los Llanos, y esto quedará demostrado cuando la batalla del Tala, en 1826, donde Peñaloza recibe el grado de Capitán. En las acciones Peñaloza resulta herido de gravedad, y entonces Facundo Quiroga le escribe una carta a su esposa en donde le sugiere que "si el capitán Peñaloza falleciere de una herida que le ha tocado en suerte, tener consideración a su familia, socorrerla en cuanto puedas, que por sus méritos se lo debes en justicia".

Incorporado, años más tarde, a la legendaria División Auxiliar de los Andes, Ángel Vicente Peñaloza se dirige a Tucumán donde participó en la batalla de la Ciudadela, ocasión donde resulta vencedor el Tigre de los Llanos. El Chacho ya era teniente coronel. Pero el vil asesinato de Quiroga, en febrero de 1835, traerá confusión a Peñaloza. Desde entonces, estará influenciado por la maliciosa desinformación unitaria, como la fomentada por Marco M. de Avellaneda, el cual dirá que la causa por ellos emprendida entablaba una "lucha interna de la libertad contra la tiranía". Es decir, los unitarios dijeron que la desaparición de Juan Facundo Quiroga fue promovida por el mismo Rosas, lo cual jamás resultó cierto ni mucho menos probado. Incluso un hijo de aquél, el teniente Juan Facundo Quiroga, participó en las fuerzas patriotas federales cuando la batalla de Vuelta de Obligado, en 1845.

Ya en la Coalición del Norte, y bajo los mandos de los unitarios Lavalle y Aráoz de Lamadrid, lucha en los combates de Algarrobo Largo y Rodeo del Medio, entre otros. El desastroso planteo de Lamadrid en ésta última batalla, hizo que Peñaloza emigrara hacia Chile. Tras un furtivo retorno al país, en abril de 1842, prosiguió en intermitentes escaramuzas hasta que, finalmente, el 8 de febrero de 1843, y tras ser derrotado en Leoncitos por fuerzas del general Nazario Benavidez, regresó al país trasandino.

Será en mayo de 1845 que el Chacho regresa a la Confederación Argentina, más precisamente a ponerse a disposición del gobernador de San Juan, el general rosista Benavidez, y en 1848 vuelve a su rancho de Guaja, La Rioja, tranquilo y respetado. Ungido con los despachos de coronel, el Chacho goza de una inmejorable situación hasta el final de los tiempos del Restaurador de las Leyes. Y sobreviene Caseros, donde la traición y los intereses foráneos cometerán, desde entonces, innumerables estragos en contra de los pueblos criollos del interior patrio.

Puede decirse que la última gran satisfacción militar de Ángel Vicente Peñaloza se dio el 7 de julio de 1855, cuando recibió los galones de Coronel Mayor del Ejército Nacional, grado equivalente al generalato. Como tal tuvo bajo su mando las guardias nacionales de La Rioja capital y de los Llanos. Hay que decir que Urquiza y Peñaloza jamás se vieron personalmente, y que acorde avanzaban los años, el entrerriano, fiel a su actitud ambigua, jamás le prestó ayuda de ningún tipo al Chacho, ni cuando éste se batía heroicamente, y en nombre del federalismo más leal, contra los experimentados regimientos "nacionales" que Bartolomé Mitre envió después de la batalla de Pavón, en 1861, para aniquilar a los caudillos federales que resistían. En la tranquilidad de su palacio de San José, Urquiza mezquinó sus influencias a cambio de una comodidad llena, no obstante, de traiciones y beneficios particulares, siempre en detrimento de la patria. Allí, hay que decirlo, encontraría su muerte a manos del caudillo federal Ricardo López Jordán.

La situación luego de Pavón modifica la geografía política de los pagos aledaños a La Rioja: el "civilizado" Domingo Faustino Sarmiento ocupa la gobernación de San Juan, y el clan unitario liberal Taboada se hace cargo de Catamarca. El peligro del nuevo orden acechaba al noroeste acriollado y federal. Todos los gobernadores serán impuestos por la implacable acción de los regimientos que se enviaban desde Buenos Aires y con el beneplácito de la autoridad presidencial. Militares de experiencia como el uruguayo Wenceslao Paunero, los coroneles Arredondo y Sandes y el mayor Pablo Irrazábal -de nacionalidad chilena-, le habían puesto precio a la cabeza del Chacho, lo mismo a sus colaboradores Severo Chumbita y Felipe Varela.


TRATADO DE LA BANDERITA Y FINAL CRUENTO DEL CAUDILLO

En 1862 la única provincia que no había sucumbido al yugo liberal era La Rioja, y Peñaloza entendía perfectamente bien aquella situación. El coronel Sandes logra dar con varios de sus oficiales cerca de Aguadita de los Valdeses, y los fusila sin misericordia, pero el Chacho sigue sin ser atrapado. Bartolomé Mitre y Paunero, sorprendidos por su supervivencia, instruyen a Marcos Paz para que consiga un armisticio con el caudillo federal. Así nacerá, el 30 de mayo de 1862, el Tratado de La Banderita, suerte de pacificación entre las autoridades porteñas y La Rioja del Chacho. Mandó decir el general Peñaloza a los coroneles mitristas Sandes, Arredondo y Rivas: "Es natural que habiendo terminado la lucha, por el convenio que acaba de firmarse, nos devolvamos recíprocamente los prisioneros tomados en los diferentes encuentros que hemos tenido; por mi parte, yo voy a llenar inmediatamente este deber". Y así fue, el Chacho devolvió los reos que tomó a sus adversarios, alegando lo siguiente: "Aquí tienen ustedes los prisioneros que yo les he tomado, ellos dirán si los he tratado bien, ya ven que ni siquiera les falta un botón del uniforme". En cambio, los prisioneros que los mitristas liberales tomaron en sus incursiones y batallas contra Peñaloza fueron pasados por las armas, sin piedad. Así de "bárbaro" era uno y así de "civilizados" eran los otros...

Un aparentemente resignado Wenceslao Paunero le decía en una misiva a Mitre, allá por junio de 1862: "Nuestros amigos son incapaces de conservar el orden en La Rioja sin la cooperación del Chacho". Unos meses más tarde, en noviembre del mismo año, el masón Paunero exclamará: "[Peñaloza] no solamente ha disuelto las partidas de bandoleros que andaban con Ontiveros y demás, sino que se ha fusilado uno de los caudillejos. Su lema es: Obediencia al Gobierno Nacional".

Pero muy pronto, y una vez más, aquella apacible tranquilidad riojana se esfumará. Sarmiento prendió la mecha repetidas veces, al denunciar que partidas de cuatreros provenientes de La Rioja saqueaban ciudades sanjuaninas de tanto en tanto. El clima enrarecido, pues el último bastión hispánico y auténticamente federalista se conservaba en pie ante las provincias limítrofes ya sometidas a las directivas porteñas, volvió a desencadenar la última rebelión de Ángel Vicente Peñaloza.

Sus enemigos no pierden tiempo: se aprestan a darle caza y muerte al Chacho, cueste lo que cueste. La sublevación chachista en Catamarca (por Felipe Varela, Chumbita y Carlos Ángel) es diezmada rápidamente, y desde San Juan, un furioso Sarmiento le pide encarecidamente al coronel Sandes que ataque La Rioja. ¿Y el Chacho? Él sigue sin ser localizado, y en junio de 1863 hace su entrada con 400 hombres nomás, en la ciudad capital de Córdoba, para sorpresa de muchos. Lo ayudarán, sin embargo, elementos que le son afines a la causa federal, incorporándosele un total de 2.000 paisanos mal armados.

Tras permanecer dos semanas en Córdoba, sin que se produzcan atropellos de ninguna naturaleza, el 27 de junio tiene lugar la batalla de Las Playas, donde 4.000 experimentados soldados de los ejércitos mitristas destrozan a las fuerzas chachistas que huyen hacia todas las direcciones. Los fusilamientos estuvieron a la orden del día.

Luego de una veintena de días de periplo ecuestre, donde el Chacho escapa de sus perseguidores, busca refugio en Olta la noche del 11 de noviembre. Al día siguiente, una partida al mando del mayor Irrazábal lo sorprende y le sugiere que se rinda. El capitán Vera desarma al Chacho y, finalmente, Irrazábal le asesta varios bayonetazos en el pecho hasta asesinarlo. Enseguida nomás, y ante la presencia de su señora esposa, doña Victoria Romero, lo decapitan y le cortan una de las orejas, macabro 'trofeo' que, envuelto en un sobre, se la obsequiarán al gobernador riojano liberal Natalio Luna. Era el 12 de noviembre de 1863. Como funesto corolario, su cabeza fue exhibida en una pica en la plaza principal de Olta. Una leyenda que corrió de voz en voz entre los habitantes llanistos, presagiaba que Olta sería desgraciada "hasta donde llegara el hedor de la cabeza del Chacho"...

Continuador de las gestas valientes de Juan Facundo Quiroga y sostenedor de las luchas montoneras en períodos aciagos, Peñaloza obtuvo el reconocimiento de Ignacio B. Anzoátegui, quien dijo que gracias al Chacho "recordemos siempre que nuestros bárbaros caudillos no eran coimeros". Y José Hernández, la pluma más brillante de la poesía gauchesca nacional, dirá vindicando al Chacho: "La historia tiene para el general Peñaloza el lugar que debe ocupar el caudillo más prestigioso y más humano y el guerrero más infatigable. El asesinato del general Peñaloza es obra de los salvajes unitarios; es la prosecución de los crímenes que van señalando sus pasos desde Dorrego hasta hoy. Que la maldición del cielo caiga sobre sus bárbaros matadores. Los millares de argentinos a quienes el general Peñaloza ha salvado la vida, rogarán por él". Nada más hay para agregar.

Por Tigre Capiango



Bibliografía utilizada:

  • CHAVEZ, Fermín. "Vida del Chacho. Ángel Vicente Peñaloza, General de la Confederación", Ediciones Teoría, 1974.

  • HERNANDEZ, José. "Vida del Chacho y otros Escritos en Prosa", Capítulo 16, Biblioteca Argentina Fundamental. Centro Editor de América Latina, 1967.

  • LUNA, Félix. "Los Caudillos", Editorial Planeta, 2000.

  • "Juan Manuel de Rosas", Año I - Segunda Época. Agosto-Septiembre 1968, Boletín del Instituto Juan Manuel de Rosas de Investigaciones Históricas.