jueves, 8 de enero de 2009

ACCION DIPLOMATICA POR LAS ISLAS MALVINAS EN EL PRIMER GOBIERNO ROSISTA

Louis Antoine Bouganville, navegante francés que cedió los derechos legítimos de posesión de las islas Malvinas a la corona española en 1767. Luego, España haría lo mismo cediéndonos los derechos del archipiélago. La primera expedición criolla que pisó Malvinas lo hizo en 1820.

El maligno desconocimiento que hay acerca de los acontecimientos que ocurrieron durante la primera gobernación de Juan Manuel de Rosas, es decir, la que va desde diciembre de 1829 hasta el 5 de diciembre de 1832, permite a los difamadores y personeros del unitarismo liberal oscurecer grandezas que ya desde entonces presentaba el Restaurador de las Leyes para con su deber de argentino bien nacido. Una de esas grandezas, traducida en su prematuro interés por conservar la soberanía territorial, tiene que ver con una acción diplomática encomendada a Manuel Moreno para anticiparse, en nombre de la Patria, a una invasión inminente que los ingleses pretendían llevar a cabo en las Islas Malvinas.

El referido Manuel Moreno no era otro que el hermano del jacobino de Mayo de 1810, Mariano Moreno. En el primer gobierno de Rosas, Manuel Moreno fue el encargado de Negocios ante S.M.B. (Su Majestad Británica), y como tal desempeñó una extraordinaria labor en la función que le cupo, pues anticipó por casi un año la invasión de Gran Bretaña a las Malvinas el 3 de enero de 1833, la cual todavía hoy persiste.

Sobre la diplomacia rosista poco y nada se sabe; casi siempre se tienen en cuenta a las milicias gauchas que intervinieron en cuanta batalla hubo, pero de la parte diplomática, como así también de la economía rosista, no se sabe demasiado. Debemos advertir que cuando se estudia un determinado período o administración en la historia argentina, dicho estudio tiene que abarcar sus diferentes aspectos, y no vale quedarse con dos o tres sectores. Y aunque pareciera que nos desviamos de lo que queremos exponer en esta ocasión, vale la pena ejemplificar lo aquí remarcado:

El período comprendido por los años 1880 y 1916 fue, para los liberales y capitalistas, "la época dorada" del país, pues sostienen que, por entonces, Argentina se hallaba en el puesto "décimo u octavo entre los países más desarrollados del mundo". Lógicamente, si vamos al detalle del análisis, tal posición no indicaba nada, a lo sumo un número simpático para las estadísticas y listo. Pero nada nos sorprende cuando los análisis suelen hacerlos los seguidores de Adam Smith: para ellos valen los números de la macroeconomía, obviando la microeconomía y, en especial, al pueblo. La macroeconomía del período 1880-1916, largamente estudiada y divulgada en libros, conferencias y periódicos, derramaba sus jugosas cifras en el puñado de familias acomodadas que gobernaban el país desde Buenos Aires, básicamente, luego de haberse repartido las más ricas extensiones de tierras del resto de las provincias. Entonces, ahí sí que la macroeconomía argentina resultó ser exorbitante y de octava o décima ubicación en la escala global, pero ¿y con la pobreza, y los inmigrantes hambrientos que fueron llegando al país, qué se hacía? ¿Se derramaban esas apetecibles cifras de la macroeconomía en ellos? ¿Y los gauchos, ahora convertidos en peones de campo, con sus derechos perdidos gracias a las "familias patricias" que impusieron las reglas del liberalismo inglés? Indudablemente que los estudios serios y comprometidos no fueron permitidos para ayudar a comprender la totalidad de los aspectos de las admnistraciones de 1880 a 1916. Por esa razón, que se tiene como verdad axiomática, si se quiere, muchos caen en el versículo de que "la mejor etapa argentina fue la de 1880 a 1916 porque estábamos en el puesto décimo de países más prósperos del mundo". Este mismo razonamiento simplista es el que hoy, por ejemplo, se suele dar cuando oímos a economistas repetir incansablemente que la India será "una de las potencias económicas del mundo futuro". Ahora, nos preguntamos: ¿De qué potencia mundial económica hindú estamos hablando si se sabe que una familia promedio de allá deja abandonados a sus hijos, o, lo que es peor, los mutila para que salgan a pedir limosnas en la calle? ¿De que India potencia hablan los gurúes de la economía mediática y sinárquica, cuando se muestran, de tanto en tanto, imágenes de ferrocarriles atestados de gente que viaja colgada con un altísimo porcentaje de morir arrollados por las formaciones? Pero lógico, la India está próxima a convertirse en potencia mundial porque su macroeconomía anda espectacular -economía de y para unos pocos, como se sabe-, y porque tienen armamento nuclear, incluyendo la bomba atómica. Algo no cierra.

Sepan disculpar los lectores estos largos ejemplos expuestos, pero por esta forma de "estudiar" una administración, o un país, hoy escuchamos a una cantidad no pequeña de zonzos decir que "Rosas entregó las Malvinas". Y esos mismos zonzos, aturdidos por la prensa canalla, absolutamente nada saben sobre el rol cumplido por el Restaurador de las Leyes durante su primera gobernación en cuanto a las islas Malvinas, gracias a su cuerpo diplomático.


MANUEL MORENO Y SUS OFICIOS DE 1832

Sabemos que Gran Bretaña usurpó las islas Malvinas el 3 de enero de 1833, tras el arribo del buque de Guerra "Clío". Casi un año antes, el diplomático Manuel Moreno comienza a advertir a la administración rosista sobre un inminente plan inglés de apoderarse por la fuerza nuestras islas. Más o menos para la fecha, primeros meses del año 1832, se suscitaba otro inconveniente, esta vez con Estados Unidos, quienes rompieron prácticamente todas las instalaciones argentinas que estaban apostadas en Puerto Soledad.

Bóveda donde descansan los restos de Luis María Vernet, en el cementerio de la Recoleta. Tuvo el privilegio de ser el primer comandante militar argentino de las islas Malvinas. En la imagen se percibe, como si de "causalidades" se tratara, la tumba de Pedro de Angelis, uno de los teóricos preferidos del régimen rosista, y 'proto-revisionista' de las atrocidades de los unitarios que lo combatieron.

"El 14 de febrero de 1832, el gobierno delegado de las provincias del Río de la Plata dirigió una proclama al pueblo denunciando ese atropello [la invasión y destrucción norteamericana en Malvinas], y por intermedio del Ministro de Relaciones Exteriores hizo saber al cónsul norteamericano en Buenos Aires, señor Jorge W. Slacum, que suspendía toda clase de relaciones con el mismo", dice un informe de la Comisión Nacional del Antártico del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, en 1948. Y sigue comentando la tarea cumplida por la diplomacia federal: "El cónsul norteamericano fué reemplazado por el encargado de negocios D. Francisco Beaylies, con el cual el Gobierno argentino realizó un intenso cambio de notas sin llegar a tener la satisfacción que le correspondía. Prosiguieron las negociaciones sin ningún resultado, hasta que el 21 de septiembre de 1832, el ministro Beaylies, acompañado del cónsul Slocum, se embarcaba para su patria en la corbeta "Warren"". Poco más tarde, aprovechando la coyuntura, los ingleses despacharon dos buques de Guerra que tenía en una base del Brasil (los buques "Clío" y el "Tyne"), rumbo a Malvinas, con el resultado por todos conocidos.

El canciller argentino para esta época era el doctor Manuel José García, y fue él quien recibió un oficio reservado de Manuel Moreno, desde Londres, donde advertía sobre los preparativos del asalto de las Malvinas que los británicos iban a hacer. Ese oficio, del cual transcribiremos sus párrafos más importantes, tiene por fecha 25 de febrero de 1832, y decía así:

(...)

"Creo de mi deber el llamar toda la atención del Sr. Ministro de Relaciones Exteriores hacia una disputa de la más seria trascendencia que se está silenciosamente preparando con mucha actividad y puede comprometer dentro de poco los derechos del país, su dignidad y sus destinos, interrumpiendo la amistad y buena inteligencia que existen con el gobierno inglés. Tal es la cuestión que se pretende suscitar acerca de la soberanía de las islas Malvinas, que habiendo sido hasta 1810 un establecimiento español, y estando anexas naturalmente a la jurisdicción de Buenos Aires, de donde recibían su guarnición y sus colonos, pasaron al dominio de la República por la revolución que desmembró las Provincias Unidas del Río de la Plata del gobierno de la península...

(...)

"Luego que empezaron a verse las ventajas con que se había establecido el Sr. Vernet, en una de ellas con permiso y autorización del gobierno de la República; luego que se tocaron los provechos que se derivaban del ganado que existe en ellas; que se demostró la aptitud a la agricultura de un clima propio y saludable (...) se formó un complot entre algunos ingleses residentes en Buenos Aires, a cuya cabeza, o al menos como agente, según demostraré, se ha puesto un Mr. Thwaites, hermano de uno de los propietarios del "Morning Herald", que hace tiempo existe en Buenos Aires con poca fortuna, y que se ha ocupado, como corresponsal de éste, en transmitir a aquél relaciones depresivas y nada justas del estado del país".

Y continúa aclarando el encargado de Negocios ante S.M.B., Manuel Moreno:

"Y aunque el hermano de Mr. Thwaites, en Londres, ha fallecido después de algunos meses, la conexión entre el dicho individuo y los editores del "Morning Herald" continúa bajo del mismo pie. El objeto de aquel complot se dirige a que el gobierno inglés reclame la soberanía y posesión de aquellas islas; obtenido lo cual, sea o no con el consentimiento del gobierno de la República, a que evidentemente pertenecen, esperan en calidad de ingleses dividirse grandes mercedes, especular sobre la venta de terrenos a unas segundas manos y, en fin, desalojar al Sr. Vernet y sus colonos.

(...)

"De este designio de colonia -prosigue Moreno-, es decir, del plan de realizar esta especulación, levantando fondos y un inmenso provecho a costa de los crédulos, ha venido encargado un Mr. Tayleur, que salió de Buenos Aires en noviembre pasado y hace días arribó a Londres por la vía de Bordeaux, en el bergantín "Jose". Este Mr. Tayleur ha residido algún tiempo en Buenos Aires, y su giro parece haber dependido de descuentos prodigados del Banco en cierta época. Por aquí puede el Sr. Ministro inferir cuál será el punto de vista en que el dicho Mr. Tayleur considera el estado presente del país y su administración, y que tratando de despojar a la República de una parte de sus derechos, tiene interés en permitirse, como lo hace, todo ataque que pueda desconsiderarla para presentarla más débil y ofensible (...)".

Fotografía contemporánea: la fragata británica "Sheffield" herida de muerte durante la Guerra del Atlántico Sur por un misil Exocet, 1982.

Este oficio reservado es más bien largo, y no deseamos transcribirlo en su totalidad. Las partes que siguen a lo expuesto, el diplomático Manuel Moreno da, con lujo de detalles, motivos suficientes para hacer ver que las islas Malvinas son parte indisoluble del país. Como último párrafo, leemos el siguiente: "Si, pues, las dichas islas, en virtud de esta cesión, entraron en el dominio de la España, pasando de ésta a la República en virtud de la independencia, y últimamente renovado y fortalecido este derecho por la habitación y cultivo que testifica la colonia que dirige el Sr. Vernet bajo las leyes y protección de Buenos Aires, ¿en qué género de razón puede fundarse la aspiración a ellas que se quiere en Inglaterra?". Después dicen que "el gobierno de Rosas siempre buscó la violencia por bárbaro"... Nótese que Manuel Moreno, como funcionario rosista, apelaba a fundamentos basados en la legalidad para que actúe, en consecuencia, el Ministerio de Relaciones Exteriores de ese tiempo.

Para ir terminando, agregaremos que don Manuel Moreno, siempre en calidad de encargado de Negocios ante la corona inglesa, despacha otra nota a la máxima autoridad del Ministerio de Relaciones Exteriores rosista -ahora estaba a su frente Tomás Manuel de Anchorena-. Está fechada el 20 de junio de 1832. En ella hace notar que, si bien Inglaterra repudió el ataque norteamericano a las instalaciones de Puerto Soledad en diciembre de 1831, no debe descuidarse la advertencia que el propio Moreno hiciera llegar a la cancillería nacional en su nota reservada del 25 de febrero próximo pasado (de ese mismo 1832).

Los Estados Unidos, mediante la corbeta "Lexington", invade y destroza Puerto Soledad; la saquea, mejor dicho, para luego incendiarla lo más posible, y esto se debió a que dicha embarcación se encontraba pescando ballenas en una zona ilegal que el gobierno argentino en Malvinas había demarcado como tal. "El gobierno de los Estados Unidos, que se muestra en todos casos extremadamente exigente para reclamar perjuicios reales o aparentes de sus súbditos, debe sentir la obligación de reparar con prontitud los que éstos hubiesen causado a los extraños", sugiere Manuel Moreno en su nota del 20 de junio de 1832. Y en otro párrafo abriga esperanzas en la supuesta condena británica a los EE.UU.: "El infrascripto debe agregar que el gobierno de S.M.B. reconoce por legítima la prohibición a extranjeros de la pesca en las costas de la República" (...) "Sir George Shee dijo accidentalmente al infrascripto que la conducta del comandante americano [de la "Lexington"] había sido muy violenta; que el gobierno inglés iba a reclamar fuertemente por la libertad de un súbdito británico que había sido preso por él en el establecimiento del Sr. Vernet y a quien parece quería hacer ejecutar; y que ésta era una materia principal en las instrucciones que iban a darse a Mr. Hamilton sobre la discusión (fueron sus palabras) que tenemos pendiente (el gobierno de Buenos Aires y el de S.M.B.) sobre las islas Malvinas", concluyó Moreno.

Gran Bretaña, lógicamente, faltó a los compromisos y 7 meses más tarde usurpó las islas Malvinas. Para enero de 1833, Juan Manuel de Rosas ya había dejado la gobernación de la provincia de Buenos Aires, y el país estaba inmerso en un incipiente caos que las facciones unitarias y masónicas alimentaban desde las sombras. Como último episodio de soberanía y coraje en Malvinas durante el resto del siglo XIX, quedará la acción del gaucho entrerriano Antonio Rivero.

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