viernes, 29 de mayo de 2009

FRANCISCO HIPOLITO UZAL, REVISIONISTA DE OBLIGADO Y DEL CORONEL MARTINIANO CHILAVERT

Francisco Hipólito Uzal. 1913-2009

Casi centenario murió el historiador revisionista Francisco Hipólito Uzal, el pasado 23 de mayo de 2009. Sin embargo, la información masiva ha estado en deuda con él, pues quisimos encontrar alguna imagen del ilustre finado en Internet...y no hemos hallado ni una sola. ¿Obedecerá esto a una prueba más de la tan dudosa "democracia" informativa que despliega el sistema digital que se maneja a través de cables, modems, routers y demás artefactos?

Uzal es, junto a otros grandes esclarecidos, uno de los mayores ausentes en la aldea global de Internet, y al no haber información o datos sobre el mismo, nos volvemos a preguntar: ¿Ahora entendemos un poco más y mejor por qué desconocemos los argentinos nuestra propia historia, o por qué se continúa asociando a un Sarmiento como "padre del aula"?

Queremos rememorar, aunque sea resumidamente, al Francisco Hipólito Uzal historiador más que al político, pues hay que decir que él fue diputado nacional por Buenos Aires en los años de la administración de Arturo Frondizi (1958-1962), de quien, lógicamente, fue su seguidor. Y aunque para los que escriben en este espacio y que pertenecen a esta agrupación tal vez no resulte muy simpático, el revisionista Uzal fue antiperonista. De todas maneras, tomamos su invalorable aporte para sacar a la luz hechos que tienen que ver con la etapa federal y, dentro de ella, con la batalla de Vuelta de Obligado.

Escribió numerosos libros, entre ellos "Hombre, Cultura y Nación", "Los enemigos de San Martín", "El fusilado de Caseros", "Los asesinos de Florencio Varela" y su muy respetable "Obligado, la batalla de la soberanía". En 1980, y a través de la editorial El Corregidor, escribió otra obra que se llamó "Nación, Sionismo y Masonería. Rectificaciones a Ernesto Sábato". ¿Se entiende por qué casi no fue noticia su fallecimiento?

El abuelo paterno de Francisco Uzal había colaborado con el paria Domingo Faustino Sarmiento, quien lo puso al frente del periódico liberal "El Nacional" durante su presidencia (1868-1874), de allí el mérito que tuvo su nieto por haber desempolvado episodios tocantes al gobierno de Juan Manuel de Rosas y a los hombres que lo conformaron, como ya veremos.

La obra "Obligado, la batalla de la soberanía", está llena de documentos que atestiguan de modo inobjetable la patriada del 20 de noviembre de 1845, y muestra particular interés en rescatar la participación en aquélla del teniente de Milicias de Caballería don Facundo Quiroga, hijo del legendario caudillo riojano Juan Facundo Quiroga. En el capítulo "Partes y Comunicados sobre la Batalla Heroica", señalaba Uzal:

(...)

"¡Hijo 'e tigre...!" ¡Nunca más cierto el refrán! Porque como para rubricar dignamente la presencia nacional, en Obligado estuvo nada menos que el hijo del "Tigre de los Llanos", de nombre Facundo como su padre. Veamos este parte firmado por él, que dice así:



¡Viva la Santa Federación! ¡Mueran los Salvajes Unitarios!


Estancia de Castro, diciembre 8 de 1845.

Año 36 de la Libertad, 30 de la Independencia y 16 de la Confederación Argentina.


Al Señor Comandante D. Ramón Rodríguez, jefe accidental [sic] del Tonelero.

Son las siete de la tarde y aún permanecen las dos corbetas y la lancha de los enemigos fondeadas al frente de las baterías. Es cuanto tengo que comunicar a V. S.

Dios guarde a V. S. muchos años.

Facundo Quiroga.".


Este humilde documento -parte de Guerra-, al parecer es el único escrito que lleva la firma del teniente Quiroga en lo que concierne a la batalla de Vuelta de Obligado, y Francisco Hipólito Uzal logró rescatarlo del olvido. El destinatario del parte de Quiroga, Ramón Rodríguez, no es otro que el entonces jefe del Batallón del Regimiento 'Patricios' de Buenos Aires, de descollante actuación en la refriega.


Incluso en "Obligado, la batalla...", Uzal también reivindica al coronel Martiniano Chilavert, quien luego de las acciones de noviembre de 1845 no dudó en presentarse a Rosas y formar parte del ejército criollo y federal en vez de continuar sirviendo a las tropas traidoras del unitarismo masónico. "Otro patriota, que hasta poco antes había combatido contra Rosas desde las filas del partido unitario, y en los ejércitos de Lavalle y de Rivera, pero que se irguió soberbio de indignación en la "asamblea de notables" convocada por el Pardejón [Rivera] en 1843, cuando oye que se trata del plan de segregarnos la Mesopotamia; y los apostrofa a todos, con la autoridad de su patriotismo ofendido, llamándolos "notables traidores"; ese otro patriota es el coronel Martiniano Chilavert, cuyo espíritu conmovió hasta sus últimas fibras el cañón de Obligado", escribe Uzal.

Igualmente, Francisco Hipólito Uzal le dedicará un libro entero a ese honrado argentino llamado Chilavert, quien en la batalla de Caseros (1852) no cesó en disparar su cañón contra las tropas imperiales del Brasil hasta caer prisionero por las tropas cobardes de Justo José de Urquiza, para morir lanceado y fusilado como un perro.

El título completo del libro es "El fusilado de Caseros. La gloria trágica de Martiniano Chilavert", y es uno de los que mejor refleja la existencia del valiente coronel. Salió en 1974 bajo la editorial La Bastilla, y consta de rebosantes 505 páginas. Cuando en su obra intenta hablar sobre el general unitario Juan Lavalle, antigüo colaborador de su biografiado Martiniano Chilavert, expresa Uzal con toda justicia y razón (página 240 y 241):

"Lo cierto es que el Olimpo histórico argentino, la injusta distribución de honores que hoy aparece notoria, se debe en parte a estos intermediarios apócrifos, que han confundido a varias generaciones con omisiones, exageraciones y falsedades.

"Lavalle es una figura digna de todo respeto: el oficial distinguido del ejército de San Martín, como Suárez, como Olavarría, como otros; el coronel de la batalla de Ituzaingó contra el Imperio. Y basta. Ahí termina Lavalle. El otro, el que sacrifica a Dorrego, el que pide dos millones de pesos fuertes a los franceses, y que destruyan a cañonazos una batería argentina sobre el Paraná, ése es otro personaje. Mejor es no juzgarlo, para no herir al primero".

Y continúa diciendo más adelante:

"Pero en nuestra constelación de próceres ocurre algo irregular, que hay que denunciar, para ser aclarado: tenemos dos o tres grandes figuras, protagonistas de la Revolución de Mayo; después -cronológicamente hablando-, Belgrano (...) y culmina con nuestra máxima figura, el de la epopeya libertadora, San Martín. Ahora bien: inmediatamente después, por lo que nos han enseñado en la escuela, en todos los grados de la educación oficial, sobreviene mentalmente la imagen del general Lavalle. Esto significa una desmesurada sobrestimación de la figura de Juan Lavalle, dicho sea en homenaje a la más estricta justicia histórica".

Para finalizar, en esa grandiosa obra de 505 páginas, Francisco Hipólito Uzal deja un testimonio en el que se descubre un lejano parentesco entre el fundador del revisionismo histórico, Adolfo Saldías, y el coronel Martiniano Chilavert. Curiosidades de la historia:

"El doctor Adolfo Saldías, al margen de esa intuición orientadora propia del historiador de raza, era descendiente de los Castellote, nieto del suegro de Martiniano Chilavert. Y él -además de muchos otros historiadores- nos suministra el nombre de Francisco como padre del Coronel, y el de María Antonia Castellote y Palacios, como esposa".

miércoles, 20 de mayo de 2009

PRESENTACION DEL LIBRO: "ESTEVEZ, VIDA DE UN CRUZADO".


INVITAMOS A TODOS A LA PRESENTACION DEL LIBRO "ESTEVEZ, VIDA DE UN CRUZADO".

LA MISMA SE EFECTUARA EN EL INSTITUTO NACIONAL DE INVESTIGACIONES HISTORICAS JUAN MANUEL DE ROSAS, EN LA CALLE MONTEVIDEO 641, BUENOS AIRES.

AUTOR: FEDERICO GASTON ADDISI.

EDITORIAL: FABRO

DIA Y HORA: VIERNES 22 DE MAYO, A LAS 18,30 HS.

SE VENDERAN LIBROS FIRMADOS POR EL AUTOR.


"¡Qué bueno sería tener entre nuestros políticos, dirigentes gremiales, gerentes de empresas, y otros encargados de conducir diferentes obligaciones en la vida cotidiana, personas como el joven y heroico Teniente Estévez! Jugarse por la Patria sin otro interés que la Patria misma, como lo hicieron los grandes de nuestra historia, y no solamente en el campo bélico sino dando batalla cultural, (muchas veces jugándose la vida con los gobiernos de turno), Así entonces como San Martín, como Belgrano, como Rosas, como Mansilla, como Scalabrini Ortiz, como José María Rosa, y otros tantos, Estévez tenía una misión innata, combatir por su Patria, y nada menos que contra el enemigo de toda la vida y qué orgulloso se sentía. No veía la hora de estar en el frente, quería recuperar la Soberanía de Nuestras Islas Malvinas como sea.

Estoy convencido que su lucha, así como la de todos los héroes de esta grandiosa gesta, no fue en vano, y que en un futuro no tan lejano retomaremos el territorio que nos corresponde.

Agradezco al autor, Federico Addisi, por confiar en nuestra editorial para presentar este bellísimo y emotivo trabajo, y que sea ejemplo para todos los argentinos".


Fabián D’Antonio

Ediciones Fabro
Director Editorial

martes, 12 de mayo de 2009

6 DE MAYO: ULTIMA CARTA DEL GENERAL SAN MARTIN A JUAN MANUEL DE ROSAS


Casi 160 años pasaron de la última muestra de afecto que el capitán general José de San Martín le otorgó al brigadier general Juan Manuel de Rosas. La misma, fue una carta fechada el 6 de mayo de 1850 en Boulogne-Sur-Mer ("Bologna sobre el Mar", en su traducción al español), Francia.

En dicha misiva, no oculta San Martín la particular simpatía y aprecio que le produjo la actividad política y gallarda del Restaurador de las Leyes. El Libertador varias veces se refería a Rosas como "su apasionado amigo y compatriota", en un gesto propio de los hombres de armas que claman por una nación próspera y soberana.

La carta en cuestión decía lo siguiente:


"Boulogne-Sur-Mer, 6 de mayo de 1850.


Exmo. Sr. Gobernador y Capitán General Don Juan Manuel de Rosas.

Mi respetado General y amigo:


No es mi ánimo quitar a Ud. con una larga carta, el precioso tiempo que emplea en beneficio de nuestra patria.

El objeto de esta es tributar a Ud. mis más sinceros agradecimientos al ver la constancia con que se empeña en honrar la memoria, de este su viejo amigo; como lo acaba de verificar en su importante mensage del 27 de Diciembre pasado; mensage que por segunda vez me he hecho leer, y que como argentino me llena de un verdadero orgullo, al ver la prosperidad, la paz interior, el orden y el honor restablecidos en nuestra querida patria; y todos estos progresos efectuados en medio de circunstancias tan difíciles, en que pocos Estados se habrán hallado.

Por tantos bienes realizados, yo felicito a Ud. sinceramente, como igualmente a toda la Confederación Argentina.

Que goce Ud. de salud completa, y que al terminar su vida pública, sea colmado del justo reconocimiento de todo Argentino, son los votos que hace y hará siempre en favor de Ud. este su apasionado

Amigo y compatriota

Q. B. S. M.

José de San Martín".


Para liberales y marxistas, el intercambio de correspondencias entre San Martín y Rosas, como así también el legado que aquél hizo de su glorioso sable libertador a éste, significó, en el mejor de los casos, una "irregularidad" de la historia nacional, y en el afán por intentar desprestigiar la camaradería, amistad y respeto que mantuvieron estos dos bravos criollos a lo largo de tantos años, se tejieron las más absurdas teorías sin respaldo documental alguno. Una de ellas, tal vez la de mayor propagación, consistió en endilgarle al ya anciano José Francisco de San Martín una pálida memoria, todo lo cual le habría impedido -sugieren los envidiosos traidores- reconocer en la figura criolla de Rosas a un "tirano" o un "déspota", en vez de un patriota y un defensor inigualable de la soberanía nacional.

Del anterior pretexto de indeleble cuño unitario, liberal y masón se aferró el expatriado Domingo Faustino Sarmiento, quien no ahorró palabras descalificadoras para con la persona de San Martín. Y despotricó contra él en varias ocasiones: en 1845, en una nota periodística de "La Crónica" del 26 de diciembre de 1853, en correspondencia al dúplice Juan Bautista Alberdi el 19 de julio de 1852, y la última blasfemia la propinó en 1885. Así versaba el "maestro" de América sobre uno de los libertadores del continente:

"San Martín, el ariete desmontado ya que sirvió a la destrucción de los españoles; hombre de una pieza; anciano abatido y ajado por las revoluciones americanas, ve en Rosas el defensor de la independencia amenazada y su ánimo noble se exalta y ofusca... Fastidiado estoy de los grandes hombres que he visto... Hace tiempo que me tienen cansado los héroes sudamericanos, personajes fabulosos todos (...) Dejemos de ser panegiristas de cuanta maldad se ha cometido. San Martín, castigado por la opinión, expulsado para siempre de la América, olvidado por veinte años, es una digna y útil lección".

No queríamos terminar de referirnos a Sarmiento, respecto al tema convocante de esta nota (relación amistosa y patriótica de San Martín y Juan Manuel de Rosas), sin mencionar lo que dice en carta a Manuel R. García el 18 de octubre de 1868: "Si miento lo hago como don de familia, con la naturalidad y la sencillez de la verdad"... A buen entendedor, pocas palabras.

La descalificación o desmerecimiento de la franca amistad del Libertador y el Restaurador de las Leyes, también corrió por cuenta del Instituto Sanmartiniano (hoy Instituto Nacional Sanmartiniano), centro de investigaciones académicas que desde el comienzo supo atraer figuras de la siniestra masonería, cabe decirlo. Fue así que en 1949, el Sanmartiniano negaba que José de San Martín haya aceptado la amistad de Rosas. Como dicha afirmación es sencillamente un artificio, la Comisión Directiva del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas sacó una declaración por escrito refutando tan insólita sentencia.

En la revista de la institución rosista N°14 de febrero de 1949, la declaración afirmaba en su segundo apartado: "Que el Instituto Sanmartiniano, cuyo comunicado comentamos niega la amistad entre los Generales San Martín y Rosas, como si el personal conocimiento fuera indispensable para fundar una amistad y con asombroso olvido, por otra parte, de que si el ánimo de San Martín estaba libre de toda amistad o afecto hacia Rosas, tanto más valor tenían sus elogios que trascienden tan alta admiración y estima, hacia la personalidad del Restaurador y su obra de gobernante". Y sigue afirmando la Comisión Directiva del Instituto Juan Manuel de Rosas ante la aberración negadora del Instituto Sanmartiniano:

"7°- Que, en consecuencia, este Instituto invita al Sanmartiniano a que proceda a una reconsideración general sobre hombres y jefes del partido unitario, en cuanto los juicios interesados y malevolentes de éstos han tratado de desvirtuar el ejemplar legado atribuyéndolo a debilidades físicas; de tal modo la pasión antirrosista no vacilaba en mediatizar un acto del Libertador, con tal de negarle toda gloria al Restaurador".

Para terminar, el noveno apartado parece tocar implícitamente al forajido Domingo Faustino Sarmiento, a juzgar por sus lamentables afirmaciones contra y sobre el San Martín anciano que antes hemos transcripto: "9°- Que así deben entenderse con grandeza y generosidad todos los actos de última disposición, pues nada hay más ingrato con los muertos ilustres o modestos, que retacearles sus actos de última voluntad y quererles corregir sus intenciones para servir a la efímera vanagloria de los contemporáneos".

lunes, 4 de mayo de 2009

UNA RESEÑA SOBRE EL CRUCERO A.R.A. GENERAL BELGRANO, A 27 AÑOS DE SU HUNDIMIENTO


El pasado 2 de mayo del corriente año, se cumplió el 27° aniversario del hundimiento del Crucero A.R.A. General Belgrano, el cual se encontraba fuera de la "Zona de Exclusión" que decretó la invasora Gran Bretaña durante el conflicto del Atlántico Sur.

A propósito de este episodio, que repercutió de modo decisivo en los acontecimientos futuros de la guerra, puesto que significó para nuestras fuerzas armadas 323 bajas, el comandante del Crucero General Belgrano, capitán de Navío Héctor Bonzo, recientemente fallecido de un paro cardíaco, siempre manifestó que el hundimiento del crucero se trató de una "acción de guerra" más que de un crimen de guerra. Desde luego, nosotros no somos quienes para poner en duda la honestidad del extinto comandante que entonces sufrió en carne propia el ataque del enemigo a su nave. Así que por más que se juzgue al hecho como un crimen de guerra o una acción lícita bélica, nadie podrá olvidar el arrojo de los que han muerto y han sido heridos aquél 2 de mayo de 1982.

A 27 años de la desaparición de uno de los cruceros insignias de la Armada Argentina, queríamos traer a colación una nota periodística que publicó "La Nación" el martes 4 de mayo de 1982 en la página 16, que narra su historia, sus diferentes denominaciones y los mares que ha recorrido alrededor del mundo. Y dice así:


EL LARGO HISTORIAL DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO

El crucero General Belgrano era un veterano del mar, con un largo y glorioso historial de combate, en el que la suerte lo acompañó a través de años de permanente acción en diversas aguas del mundo. Pero su estrella se apagó a las 17 del domingo último, cuando un torpedo británico lo alcanzó al SE de la isla de los Estados y fuera de la denominada "zona de exclusión", según lo indicó el Estado Mayor Conjunto.

El crucero General Belgrano fue construido en los Estados Unidos de Norteamérica y botado en el año 1938, con el nombre de Phoenix. Inició su largo historial cumpliendo viajes de visita y confraternidad, y en ese carácter ancló por primera vez en el puerto de Buenos Aires, enarbolando la bandera norteamericana. Fue poco antes de estallar la Segunda Guerra Mundial, cuando cumplió un papel más que destacado.

El 7 de diciembre de 1941, la flota americana del Pacífico sufrió un sorpresivo ataque por parte del Japón. El Phoenix estaba anclado en el puerto de Pearl Harbour, y fue una de las pocas unidades norteamericanas que salió indemne de esta batalla. Días después, su proa cortó las aguas del Mar de Java y cañoneó fortificaciones en Nueva Guinea y en las islas de Los Negros.

LA PRIMERA BAJA

El 4 de junio de 1944, frente a las costas de Nueva Guinea, una bomba estalló cerca de su banda de estríbor y dio muerte a un tripulante. Fue la única baja en cuatro años de combates casi permanentes, que remató en forma brillante hundiendo -en sólo 25 minutos de batalla- a un crucero similar de bandera japonesa, el Fuso, poco antes de participar en los combates de las Filipinas, del golfo de Leyte, y los desembarcos en Borneo.

Descansó sus fatigas en el puerto de Filadelfia. El 17 de octubre de 1951 -adquirido por nuestro país- fue entregado oficialmente a una misión argentina y rebautizado con el nombre de 17 de Octubre, después de tres meses de reacondicionamiento en el Comando de Instrucción de la Bahía de Chesapeake. Su primer comandante fue el capitán de navío Adolfo B. Piva, que lo hizo entrar en la base naval de Puerto Belgrano el 7 de diciembre de 1951 a las 10 de la mañana.

CAMBIO DE NOMBRE

El 22 de septiembre de 1955, el entonces comandante en jefe de la Marina de Guerra en Operaciones, contralmirante Isaac Francisco Rojas, dictó una resolución designando General Belgrano al crucero ex 17 de Octubre. Días antes, los cañones de la nave habían servido para consolidar el triunfo de la Revolución Libertadora.

El 26 de agosto de 1960, una explosión accidental registrada a bordo dejó como saldo un muerto y seis heridos, uno de ellos de gravedad. La nave realizaba ejercicios de entrenamiento del plan de actividades de la Flota de Mar -a la que pertenecía- en la zona denominada El Rincón, cerca de Bahía Blanca. Esa fue la segunda de las dos únicas muertes registradas desde su botadura y hasta el momento de su hundimiento.

CARACTERISTICAS DE LA NAVE

El crucero General Belgrano tenía un desplazamiento máximo de 13.470 toneladas, y poseía una eslora de 186 metros, una manga de 18 y un puntal de 12,8 metros. Estaba propulsado por 4 hélices movidas por turbinas a vapor Westinghouse y calderas Babcock Wilcox tipo Express, que desarrollaban 10.000 HP. Su velocidad máxima era de 32,5 nudos, y poseía una autonomía de 14.500 millas marítimas a 15 nudos.

El buque tenía cobertizo para seis aviones, con dos catapultas. Su armamento convencional era de 15 cañones montados en torres triples giratorias; 8 cañones de doble propósito; 28 cañones antiaéreos en montajes dobles y varias ametralladoras. A fines de 1968, luego de sucesivos reacondicionamientos, se le colocaron rampas para el disparo de misiles. Su tripulación era de 1000 hombres en tiempos de paz, que podría ser sensiblemente reforzada.