martes, 12 de mayo de 2009

6 DE MAYO: ULTIMA CARTA DEL GENERAL SAN MARTIN A JUAN MANUEL DE ROSAS


Casi 160 años pasaron de la última muestra de afecto que el capitán general José de San Martín le otorgó al brigadier general Juan Manuel de Rosas. La misma, fue una carta fechada el 6 de mayo de 1850 en Boulogne-Sur-Mer ("Bologna sobre el Mar", en su traducción al español), Francia.

En dicha misiva, no oculta San Martín la particular simpatía y aprecio que le produjo la actividad política y gallarda del Restaurador de las Leyes. El Libertador varias veces se refería a Rosas como "su apasionado amigo y compatriota", en un gesto propio de los hombres de armas que claman por una nación próspera y soberana.

La carta en cuestión decía lo siguiente:


"Boulogne-Sur-Mer, 6 de mayo de 1850.


Exmo. Sr. Gobernador y Capitán General Don Juan Manuel de Rosas.

Mi respetado General y amigo:


No es mi ánimo quitar a Ud. con una larga carta, el precioso tiempo que emplea en beneficio de nuestra patria.

El objeto de esta es tributar a Ud. mis más sinceros agradecimientos al ver la constancia con que se empeña en honrar la memoria, de este su viejo amigo; como lo acaba de verificar en su importante mensage del 27 de Diciembre pasado; mensage que por segunda vez me he hecho leer, y que como argentino me llena de un verdadero orgullo, al ver la prosperidad, la paz interior, el orden y el honor restablecidos en nuestra querida patria; y todos estos progresos efectuados en medio de circunstancias tan difíciles, en que pocos Estados se habrán hallado.

Por tantos bienes realizados, yo felicito a Ud. sinceramente, como igualmente a toda la Confederación Argentina.

Que goce Ud. de salud completa, y que al terminar su vida pública, sea colmado del justo reconocimiento de todo Argentino, son los votos que hace y hará siempre en favor de Ud. este su apasionado

Amigo y compatriota

Q. B. S. M.

José de San Martín".


Para liberales y marxistas, el intercambio de correspondencias entre San Martín y Rosas, como así también el legado que aquél hizo de su glorioso sable libertador a éste, significó, en el mejor de los casos, una "irregularidad" de la historia nacional, y en el afán por intentar desprestigiar la camaradería, amistad y respeto que mantuvieron estos dos bravos criollos a lo largo de tantos años, se tejieron las más absurdas teorías sin respaldo documental alguno. Una de ellas, tal vez la de mayor propagación, consistió en endilgarle al ya anciano José Francisco de San Martín una pálida memoria, todo lo cual le habría impedido -sugieren los envidiosos traidores- reconocer en la figura criolla de Rosas a un "tirano" o un "déspota", en vez de un patriota y un defensor inigualable de la soberanía nacional.

Del anterior pretexto de indeleble cuño unitario, liberal y masón se aferró el expatriado Domingo Faustino Sarmiento, quien no ahorró palabras descalificadoras para con la persona de San Martín. Y despotricó contra él en varias ocasiones: en 1845, en una nota periodística de "La Crónica" del 26 de diciembre de 1853, en correspondencia al dúplice Juan Bautista Alberdi el 19 de julio de 1852, y la última blasfemia la propinó en 1885. Así versaba el "maestro" de América sobre uno de los libertadores del continente:

"San Martín, el ariete desmontado ya que sirvió a la destrucción de los españoles; hombre de una pieza; anciano abatido y ajado por las revoluciones americanas, ve en Rosas el defensor de la independencia amenazada y su ánimo noble se exalta y ofusca... Fastidiado estoy de los grandes hombres que he visto... Hace tiempo que me tienen cansado los héroes sudamericanos, personajes fabulosos todos (...) Dejemos de ser panegiristas de cuanta maldad se ha cometido. San Martín, castigado por la opinión, expulsado para siempre de la América, olvidado por veinte años, es una digna y útil lección".

No queríamos terminar de referirnos a Sarmiento, respecto al tema convocante de esta nota (relación amistosa y patriótica de San Martín y Juan Manuel de Rosas), sin mencionar lo que dice en carta a Manuel R. García el 18 de octubre de 1868: "Si miento lo hago como don de familia, con la naturalidad y la sencillez de la verdad"... A buen entendedor, pocas palabras.

La descalificación o desmerecimiento de la franca amistad del Libertador y el Restaurador de las Leyes, también corrió por cuenta del Instituto Sanmartiniano (hoy Instituto Nacional Sanmartiniano), centro de investigaciones académicas que desde el comienzo supo atraer figuras de la siniestra masonería, cabe decirlo. Fue así que en 1949, el Sanmartiniano negaba que José de San Martín haya aceptado la amistad de Rosas. Como dicha afirmación es sencillamente un artificio, la Comisión Directiva del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas sacó una declaración por escrito refutando tan insólita sentencia.

En la revista de la institución rosista N°14 de febrero de 1949, la declaración afirmaba en su segundo apartado: "Que el Instituto Sanmartiniano, cuyo comunicado comentamos niega la amistad entre los Generales San Martín y Rosas, como si el personal conocimiento fuera indispensable para fundar una amistad y con asombroso olvido, por otra parte, de que si el ánimo de San Martín estaba libre de toda amistad o afecto hacia Rosas, tanto más valor tenían sus elogios que trascienden tan alta admiración y estima, hacia la personalidad del Restaurador y su obra de gobernante". Y sigue afirmando la Comisión Directiva del Instituto Juan Manuel de Rosas ante la aberración negadora del Instituto Sanmartiniano:

"7°- Que, en consecuencia, este Instituto invita al Sanmartiniano a que proceda a una reconsideración general sobre hombres y jefes del partido unitario, en cuanto los juicios interesados y malevolentes de éstos han tratado de desvirtuar el ejemplar legado atribuyéndolo a debilidades físicas; de tal modo la pasión antirrosista no vacilaba en mediatizar un acto del Libertador, con tal de negarle toda gloria al Restaurador".

Para terminar, el noveno apartado parece tocar implícitamente al forajido Domingo Faustino Sarmiento, a juzgar por sus lamentables afirmaciones contra y sobre el San Martín anciano que antes hemos transcripto: "9°- Que así deben entenderse con grandeza y generosidad todos los actos de última disposición, pues nada hay más ingrato con los muertos ilustres o modestos, que retacearles sus actos de última voluntad y quererles corregir sus intenciones para servir a la efímera vanagloria de los contemporáneos".

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