sábado, 28 de noviembre de 2009

EL PADRE JULIO MEINVIELLE Y UNA VERSION SOBRE EL PAGANISMO

Padre Julio Meinvielle

Entre los preclaros hombres que la Iglesia Católica de nuestro país tuvo, no podríamos omitir la figura del Padre Julio Meinvielle, erudito sin par y de profunda sabiduría y conocimientos tanto en el campo de la teología como en el de la política y la sociología, entre otros.

Falleció como consecuencia de un extraño accidente de tránsito en la Avenida 9 de Julio de la ciudad de Buenos Aires, en 1973, que lo mantuvo cerca de un mes internado y con su cuerpo prácticamente inutilizado. Condenó -y esto va para los reaccionarios del poder mundial- el antisemitismo y el nazismo. Respecto del primero, sostuvo en su obra "El Judío en el Misterio de la Historia" (Ediciones Theoría, 5ta. Edición, Mayo 1975, página 41) que "el antisemitismo está condenado por la Iglesia en decreto del Santo Oficio del 25 de marzo de 1928, que dice: "La Iglesia Católica ha acostumbrado siempre a rezar por el pueblo judío, que fue el depositario de las Promesas divinas hasta Jesucristo, a pesar de la ceguera de este pueblo. Más aún, lo ha hecho a causa de esta ceguera. Regla de esta misma caridad, la Silla Apostólica ha protegido a este pueblo contra injustas vejaciones, y así como reprueba todos los odios y animosidades entre los pueblos, así condena el odio contra el pueblo escogido por Dios en otro tiempo, este odio que hoy se designa de ordinario con el vocablo de antisemitismo"."

Respecto del Nacionalsocialismo, Meinvielle lo condenaba por tratarse de un régimen pagano. Enmarca al régimen de Adolfo Hitler como aquél que conserva, en sí mismo, las 5 características del Paganismo, las cuales vamos a enumerar y describir enseguida. Sacado de un opúsculo cuya lectura debiera ser de carácter obligatorio (para tratar de entender un sinfín de aspectos que no se nos enseña a nivel oficial), y que se titula "Los Tres Pueblos Bíblicos", el Padre Julio Meinvielle así se refiere al Paganismo, cuyo auge parece regresar en la hora actual del posmodernismo sinárquico, especialmente en detrimento del cristianismo y fogoneado por intereses no muy visibles en el llano:

"Dios (...) confortó al hombre con los medios necesarios para que lograse su eterna salvación. La ley de naturaleza, por la que se regían los hombres en esa primera edad del mundo, no se llamaba así por oposición a la ley sobrenatural, ya que también ella comprendía los preceptos sobrenaturales de la fe, de la esperanza y de la caridad, sino por oposición a la ley exterior o escrita. Porque en lugar de ser propuesta exteriormente, era conocida sea por el simple instinto de la naturaleza, en lo que se refiere a los preceptos del orden natural, sea por una simple inspiración divina respecto a los preceptos del orden sobrenatural. (...) Dice Santo Tomás (Suma Teológica III, q. 60, a. 5, ad. 3) los hombres no se movían a adorar a Dios por ninguna ley exterior, sino por el solo instinto interior. Y muchos fueron los justos que acomodaron su vida a esta ley de naturaleza, no sólo entre los primeros patriarcas de la humanidad sino aun también después de Abraham y de Moisés, como por ejemplo el Santo Job, que no siendo judío ni prosélito, dio grandes y extraordinarias muestras de santidad, y posiblemente muchos sean aun ahora los que por ella se rijan y se salven".

Siempre en la definición de Meinvielle, "el paganismo es la infidelidad de los hombres a esta ley de naturaleza". Hay una condena bíblica hecha al paganismo, que está expuesta en la Carta a los Romanos, donde el Apóstol San Pablo señala lo siguiente:

"I, 21, porque habiendo conocido a Dios [los paganos], no le glorificaron como a Dios; sino que ensoberbecidos devanearon en sus discursos, y quedó su insensato corazón lleno de tinieblas;

22. y mientras se jactaban de sabios, pararon en ser unos necios;

23. hasta llegar a transferir a un simulacro en imagen de hombre corruptible, y a figuras de aves, y de bestias cuadrúpedas, y de serpientes, el honor debido solamente a Dios incorruptible".


LAS 5 CARACTERISTICAS DEL PAGANISMO

De esta manera, resume el esclarecido Padre Julio Meinvielle las principales características del paganismo:

"Primer carácter: reconocimiento de Dios. El paganismo no es ateo. Reconoce a Dios y confía en su Providencia. Y a un Dios uno, gobernador del mundo distinto del mismo mundo. San Pablo en el pasaje citado insinúa claramente esta idea que ha sido confirmada científicamente por los modernos investigadores de las religiones. Lo que se llama henoteísmo (adoración de uno) no es más que esto. "El henoteísmo, dice el filósofo Hartmann, tiene su fundamento en la identidad positiva que se reconoce en la base de todas las divinidades de la naturaleza, identidad que permite honrar, en la persona de cada dios (...) la divinidad en el sentido absoluto, lo divino, Dios. (...) San Agustín escribe: "Aun antes de creer en Cristo, los paganos no han podido ignorar totalmente el nombre de aquel, que es el Dios del universo; porque el prestigio de la verdadera divinidad es tal que no puede permanecer total y plenamente escondida a una creatura razonable, usando de su razón."

Segundo carácter del paganismo: la idolatría. Dice Santo Tomás (...) que "el nombre de la idolatría se impuso para significar cualquier culto dado a las creaturas aunque se haga sin imágenes". Y como los paganos no tenían una idea clara de la trascendencia de Dios (...) vieron la divinidad en las cosas cambiantes de la creación, la fraccionaron en estas mismas cosas corruptibles y en ellas la adoraron.

Tercer carácter del paganismo: la divinización del poder. El paganismo dice San Pablo llegó a transferir a un simulacro en imagen de hombre corruptible el honor debido a Dios incorruptible. Lo divinizó todo y no podía dejar entonces de asignar caracteres divinos al Poder y sobre todo al Poder político, que es la suma de los poderes concebibles en la tierra. El paganismo no podía distinguir en la razón de todo y de parte que le cabe a todo hombre. Es un todo porque el hombre, cada hombre, aun el más infeliz y desgraciado, está ordenado directamente a Dios su fin último. Es una parte, porque para alcanzar la plenitud de todo, tiene que someterse como parte de distintas sociedades, necesarias para su perfección. El hombre es todo, es una persona, y en este sentido no puede estar totalmente sometido a ningún poder de la tierra: al contrario, los poderes de la tierra y aun la Iglesia están hechos para el hombre. El hombre es parte y debe obediencia a los poderes legítimos, cuya autoridad viene de Dios (Rom. XIII, 1-2). El paganismo debió forzosamente hacer del Poder, del Estado, un Dios. Reconoció el carácter orgánico y jerárquico del poder, pero, para divinizarlo. El poder resultaba por lo mismo, inevitablemente tiránico, porque no servía al hombre sino que se servía de los hombres.

Cuarto carácter del paganismo: la religión nacional. No conociendo el paganismo ni la trascendencia de Dios, que está por encima de todo lo creado, ni la trascendencia del hombre, que, en último término, no se ordena totalmente sino sólo a Dios, no podía darse una idea de una religión universal, una para todos, así como hay un sólo Dios, Creador y Fin de los hombres. La religión estaba particularizada como el Estado, y con él identificada. El César, o monarca, o cónsul, o tribuno, era asimismo quien regulaba la vida religiosa cuando no era el objeto mismo del culto.

Quinto carácter del paganismo: exaltación de los propios instintos y odio al extranjero. Cuando se ignora a Dios no se puede verdaderamente conocer al hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios. Y así el paganismo despreció al hombre. Despreció al hombre mientras lo exaltaba. Porque lo exaltaba en unos y lo despreciaba en otros; lo exaltaba en los de la propia sangre, ciudad o tribu, y lo despreciaba en los de otra sangre, ciudad o tribu. Lo exaltaba al glorificarlo en vergonzosos instintos. San Pablo les reprocha esto a los paganos, en su célebre Carta a los Romanos (I, 24).

24. Por lo cual Dios los abandonó a los deseos de su depravado corazón, a los vicios de la impureza; en tanto grado que depravaron ellos mismos sus propios cuerpos;

25. Ellos que habían colocado la mentira en el lugar de la verdad de Dios, dando culto, y sirviendo a las creaturas en lugar de adorar al Creador.

26. Por eso los entregó Dios a pasiones infames. Pues sus mismas mujeres, invirtieron el uso natural en el que es contrario a la naturaleza.

27. Del mismo modo también los varones, desechando el uso natural de la hembra, se abrazaron en amores brutales de unos con otros, cometiendo torpezas nefandas, varones con varones y recibiendo en sí mismos la paga merecida de su obcecación.

28. Pues como no quisieron reconocer a Dios, Dios les entregó a un réprobo sentido, de suerte que han hecho acciones indignas;

29. quedando atestados de toda suerte de iniquidad, de malicia, de fornicación, de avaricia, de perversidad: llenos de envidia, homicidas, pendencieros, fraudulentos, malignos, chismosos;

30. infamadores, enemigos de Dios, ultrajadores, soberbios, altaneros, inventores de vicios, desobedientes a sus padres;

31. irracionados, desgarrados, desamorados, desleales, despiadados.

32. Los cuales, en medio de haber conocido la justicia de Dios, no echaron de ver que los que hacen tales cosas, son dignos de muerte; y no sólo los que las hacen sino también los que aprueban a los que las hacen".

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